30 de marzo de 2008

28 de marzo de 2008

23 de marzo de 2008

Si

Si te alejas con esa levedad
de las bellas cosas simples
como luz de cielo otoñal
palpitando entre gotas y sombras.

Si te alejas sin volver jamás
sin arco iris detrás de la lluvia
sin vapor de humo buscando el sol
palabras cautivas de ruegos
entonces comprenderé
¡cuánto me amabas!

Pero si sigues cercano al acecho
espiando mis pasos
dibujando mí sombra
soplando en suspiros
husmeando a hurtadillas
entonces inventaré en silencio
un remolino de mudez
una huída eterna
para callar mi boca.
para acallar la tuya
y te odiaré.

El amor para este corazón
ha de ser siempre
evidencias hermosas
un volcán vivo quemante cercano
o hielo muerto petrificado lejos.

Café con media cucharada de tristeza













Siempre que regreso de un café, sé que estoy triste
inmensa y profundamente triste
y entristecida además y no sé el porqué
definitivamente jamás sé, con precisión lo que es
si la luna que siempre coincide con mis escapadas a un café sola
o la poca gente que sale por un café tarde
o la pequeña brisa que se acomoda bajo mis piernas
o el pájaro que pasa rondando mis ojos
o la cigarra que elige cantar ese tema que quiero olvidar
o las calles tortuosas que me saludan sin prisa
a veces creo que es la cuenta del café
que nunca la paga un buen amor
o las fotos que encuentro en mi billetera
o las pocas tarjetas que no me gustan
porque me hacen pensar en fin de mes.

Sé que voy alegre y despierta
con ansias de que dance el aroma del café por mis narices
pero cuando salgo, se cuela la tristeza y la luna me persigue siempre
si es ella la culpable, la próxima vez llevaré piedras para tirarle antes que abuse
quizás un velo negro en los ojos o un trozo de vidrio quemado
de esos que hacíamos cuando niños para ver eclipses
si es la gente, no miraré a nadie, iré cabeza abajo ciega
si es la brisa, un ventilador para soplarle un nuevo rumbo
si los pájaros, una honda de caucho y no dejar ninguno aleteando
si la cigarra, le cortaré un ala, así dejará de fingir que canta
si la desmayadas calles, entonces volaré para no pisar su polvo
no dejaré que la tristeza me ate y humedezca estos ojos cansados

Quizás sea el café el culpable
quizás mi café ya trae media cucharada de tristeza
y afuera algo agrega la media cucharada que colma mi taza.

17 de marzo de 2008

La cieguita arcaica

Tiene la cieguita
ganitas de ver
por el ojo bueno
todo por doquier.

Ella nunca se atrevió
a mira dos veces
lo que le gustó.

Ahora la vemos
buscando el amor
que la vida mala
siempre le negó.

Ciega tontita
cuide el amor
no se vuelva lesa
con el desamor.

15 de marzo de 2008

Rostros dormidos





















Detrás de las visiones

hay un rostro dormido

en señales de tiempos.


Delatando lo que fuimos

y cómo nos han herido de olvidos.




Esculturas en madera
Carlos Gaminao ( Artista mapuche)


Tempestad automática

Nada había hecho presagiar semejante tempestad. De pronto todo se obscureció. Una espesa bruma resbalaba por las ventanas. La furia del agua, hacía vibrar los asientos. Imaginaba una especie de enormes brazos que parecían querer devorarlo todo. Miles de gusanillos de agua bailaban en el espejo retrovisor. El viento lograba despejar unos instantes la visión, pero se volvía a borrar. Se mareaba, parecía que un furioso remolino los elevaría hasta las nubes. Su ropa estaba empapada, pronto el agua les llegaría hasta el cuello. Desgraciadamente las puertas permanecían férreamente cerradas, era inútil, los seguros no respondían. Cuando pensó que ya no podría resistir el terrible desenlace, la voz de su madre lo regresó a la realidad- ¡este cacharro viejo no resiste los lavados automáticos!

Látigos
















Golpea, soy yo
golpea, soy tú
golpea, soy el látigo
golpea, golpea fuerte
soy a veces tú, a veces yo, otras el látigo.

14 de marzo de 2008

Otoño

http://geo.ya.com/LaIslafotos/blog/otono2.jpg


En cada paralelo hay un otoño escondido y quieto

equilibrando los días rojizos de sombras.

Cuando las hojas caigan será otoño

cuando las hojas caigan será otoñó


Las aves desarman sus nidos cantando

todo es un eterno retorno.

Cuando las hojas caigan será otoño

cuando las hojas caigan será otoñó.

4 de marzo de 2008

Calibre 356 Win

El arma se disparó accidentalmente. El personaje de mi novela había pasado a mejor vida.

Siento decirles esto, pero tenía la trama de la novela lista, la cantidad incluso de capítulos, los personajes eran realmente atractivos, algunos muy divertidos, otros un tanto crueles, los más sin un dejo de escrúpulos.

Confieso que cometí el gran error de dejar sobre el manuscrito, el arma que usaría para describir el terrible crimen. En un momento de descuido, cuando fui a la salita donde recibiría el primer adelanto por la publicación, senti un ruido ensordecedor.

Sospecho que elucubré mucho una escena y lo dejé solo dando vueltas en mi cabeza, a merced de la curiosidad, con el arma cargada y mi codicia en primer plano.


1 de marzo de 2008

Cortados por café

Se sentaron a conversar. Ella estaba igual, quizás más interesante. El había cambiado, usaba barba, había subido de peso, lucía muy bien. Se vestía distinto, se movía distinto. Ella lo miraba complacida. Hablaba con entusiasmo y seguro. Era otra persona, el macho anterior era tímido, le costaba hablar. Ahora la interrogaba, cambiaba de tema y se reía con facilidad.

La había interceptado en el supermercado, colisionando intencionalmente el carro con el suyo. Pensó, este imbécil no se fija por donde va, y murmuró, huevón tarado. Al mirarlo, él se reía a carcajadas. La invitó de inmediato a un café. Se atropellaban en palabras y en sucesos vivenciados en esos tres años, se miraban cómplices, se buscaban con las manos, todo era un lenguaje sensual entre ellos. Ella pensaba ¿yo dejé ir a este macho?

En lo más animado de la conversación, una mano en su hombro, la hizo girar ¡ah no! era su amigo transversal, como solía llamarle ella, quien siempre estaba allí, para sus penas y alegrías, el que le llenaba el celular de mensajitos en las noches más oscuras. No dejó de sentirse turbada, pero después de presentarle, él sin esperar invitación, se sentó, subió una pierna y levantó la mano al garzón, un capuchino por favor- sin retirar los ojos de su amigo perdido, desafiante y con una sonrisa llena de ironía, tu debes ser, espera, Eduardo, no, debes ser Maximiliano. Después de esa frase, dejó que cinco centímetros de taco se alojaran en sus canillas, sin un ademán de dolor.

Una cortina de rojo, comenzó a pasearse entre cafés humeantes ¿qué haces? ¿Epica, Pink Floid? Serrat, Silvio? La inflación, Cortázar, Huídobro, Nietzsche, era un round. Y siguieron entre cortados, express y capuchinos, compitiendo solapadamente, sobre quien sabía más sobre ella.

Interrumpió un segundo para avisar la visita al toilete, y dejarlos discutiendo sobre el amor, poesía y las mujeres, hasta que los echaron del café.

Ella los cortó escapando, el desaparecido se fue expres y el transversal, rojo de celos, casi termina en capuchinos.