y bajo mis súplicas
una enorme piedad azul de pan.
La justicia que debía llegar hoy
se enredó en telarañas de oficio.
El hambre tomó feriado
para no sobregirarse en lamentos.
Todo lo que podía comer
fue pisoteado por moscas
y ante la mesa adeudada
me he servido tus sobras.
Anaranjada noche
desafiando mi sueño
sé que el vacío se llena de nada
y que gritar dos veces por pan
es recibir promesas falsas.
Me iré a las sábanas
con un hierro cruzado en la boca
y la rueda profunda de rojo vivo
arrastrará miserias por mis venas.
Toca el borde de mi techo
una espalda agigantada
explota la miseria y desmaya
roba el bocado en vitrina
pero no tendras mi clamor.
Por un plato de legumbres
o vuelto de monedas
no venderé mi razón.
Diré hambrienta
hambre inhumana
hambre de mierda
hambre muerta de trigo
hambre injusta
hambre de hombre con hambre
no de pan
no de harina
hambre libre
de impuestos de usura
plagas, olvidos, punto final
hambruna de corazón
hambre eterna y vergonzosa
hambre de mi hambre
hambruna de pobreza
de esa pobreza salobre
que no gritaré
por faltarme los dientes
para morderla y matarla.
2 comentarios:
De la pobreza
Pobre de pobreza, pobre de la pobreza mía, pobre de misterios, pobre de simplezas, pobre de humanidad, pobre de luz que indique el camino a seguir; qué oscuridad de alma nos envuelve!
Todo conspira “ por un plato de legumbres o vuelto de monedas no venderé mi razón.” como nos dice la poeta Sylvia Rojas, todo conspira como presión inaceptable sobre las nubes negras, ni me ensucio el alma, ni me embarro el bolsillo… todo parece tan lejano, sin embargo, el poema nos baja a esta tierra y nos damos cuenta que convivimos en el polvo, la materia y el dolor…
Ah! pero no olviden “espíritus libres”, somos solitarios, vivimos solitarios aquí y allá, sobre la tierra que no nos pertenece, porque ya es de otro hambriento, hambriento de poder. Todo es parte de una conspiración, la de los poetas, malditos hambrientos de justicia y amor…
“El viento trae olor a terneros mojados”. Evoco a Teillier en este asunto y duermo, rezongo y asusto a las aves para que vuelen al horizonte y depositen la semilla prometida en otras tierras lejanas.
A. Navero
Shyvy, me hiciste llorar; me dolió mucho este poema y no son precisamente los días de invierno; cuánta hambre en el mundo, cuánta hambre en nosotros mismos.
Abrazos juertes cargados de luz,
Janita.
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