1 de diciembre de 2007

Los malditos ya se fueron




y me han dejado sola…
con el vuelto de la vida en una mano
y la rabia colgando de la otra.
Mis ojos buscan negros cuervos azulados
bebiendo el miedo de las noches aceradas.
El frío que cabalga en la epidermis
destila escalofríos de agonía
¿escuchan las voces de la historia
una vida colmada de perdones?

Esa voz de lenta impunidad nunca acabada
sigue dando ecos de verdugo,
aquellos que pudieron contenerla
han dejado parir largos olvidos.


La tierra ya no canta extremaunciones
no veo desfilar excomulgados
ni al tronco del castigo van ateos.
Nos dejan convivir con injusticias
y ser parientes de mil excavaciones.

No pidan una hoguera para el alma.
El mundo es lucero que no brilla.
Debemos encender nuestras candelas,
gritar por la mañana valentías...
¡devuelvan la senda primeriza!
aquella que decía sabiamente:
el hambre de los otros es la mía y mi costado,

desplegado sin heridas,
justo y tibio abrigo al perseguido.


¿Hasta cuándo cargar olvidos e injusticias?
¿hasta cuándo nublar sueños y utopías?
es hora que aparezca el samaritano
quedémonos atrás en el camino,
sumando uno a uno cada día,
cuidando nosotros los heridos,
lavando las ofensas a esta tierra,
dejando una moneda al posadero
y la promesa de volver a ser
hermanos sin silencios.

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