25 de abril de 2008

Manos para mi hija











En estas manos
no caben hija mía tus sueños
debes abrir las tuyas y dejarlas volar.
Una noche divisas un suspiro de estrellas
y vas por ellas, cogiendo las que basten
dejando algunas para los que vienen detrás
Derrama sobre las manos del herido
una montaña desalambrada.
y roza con tus manos el son de libertades
que debes surtir y entregar.
Si la dejas reposar por mucho tiempo
verás que se agusanan.

Intenta mirar tus manos por las noches
si no puedes ver su áureo color de justicia
si no se transparenta la piel
y cae como carcoma de tus dedos la impiedad
y ves jugar la usura como anillo
entonces, ve a coger como Margarita Debayle
una estrella que cauterice la ponzoña
corta, cada muralla con esas manos nuevas
y levántalas limpias sin manchas.

Si a pesar de todo,
el trompo que gira constante te atrapa
el mundo no te despreciará
quizás te aplauda.
Entonces comprenderás
que estar cubierto de simulada carne
que redondear el seso
vender las manos
alardear de honradez
y vestir coraza de guerra
es sólo sinónimo de derrota humana.

Pero siempre hay esperanzas
podemos levantarnos una y otra vez
volver a intentarlo, divisar otras estrellas
y subir a cogerlas
mientras no cercenen vilmente
como a Víctor Jara, nuestras manos.

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