Sobre las dulce mirada que regalas
hombre ojos de cíclope
hay un sombra de miedo detenida…
las manos de rosas perfumadas
cargadas de heridores
tornan mis manos de sangre ajena.
Aún existe en tu vida un paso fuerte de hierro
pegado al suelo de granito
mientras intentas dar el siguiente
curvo la vida, conquisto los segunderos
y voy tras el silencio aprendido.
Le miento al brazo largo del tiempo
dándole instantes mesurados que necesites
para reconquistar las grandes avenidas
por donde solías caminar, al conocerte
Tenías una capa de mago ilusionado
y una varita colmada de sueños
esa, tú palabra cargada de alquimia
transformaba mis noches grises
en albas mariposas aladas de brillo celeste
que desprendías a la luz de tu verdad
Hay un no sé que de trampas adornadas
para que el hombre caiga en ellas
camufladas de ideales y de utopías neas
como aquellos gélidos sepulcros duros
adornados por fuera con versos
pero en su interior dialoga la pestilencia.
Intenta entonces ya que sabes…
coronar de triunfos mi alacena
regálame el último deseo
y después de un largo beso concertado
te irás cantando el resto de vida
que te dejen vivir los sueños
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