8 de enero de 2009

Intentos






















Estoy intentado escribir el mejor poema de amor
y ustedes saben, no es ejercicio fácil.
Para ello es necesario ordenar la vitrina
lustrar alojados recuerdos que están por ahí
jodiéndonos la neuronas amaestradas.
Nadie quisiera tener que recordar
el dinero que gastó en pañuelos
cuando se antoja llorar escuchando una canción
coger algún verso cotidiano que resbala narices
y como se junta moneda tras moneda para el último regalo
o cómo se aguanta con un ojo despierto mientras
cuentan sus hazañas de apolo o de diva renegados.
Tampoco es muy agradable suspirar en reuniones
hacer berrinches de ausencias en paseos
no acomoda cuando el hipo de la pena
se aloja como sombrero en medio de una fiesta
mientras algunos ríen, a uno le da por empezar
a poner caritas "estoy recordando" o sea dando horas locas
si a nadie le importa los desamores ajenos.
Es casi imposible manejar el deseo solos
si al dedo le basta pedir y repetir la frase que nos hace tocar la cresta.
En fin, un gran amor hecho poema debe decir al menos:
aún te estoy amando desgraciado, me las pagarás.
No nos gusta ver que sus pasos doblen otra esquina
o que pasen al supermercado con otra bolsa.
De otra manera, claro, sólo es un gran poema de amor
y no un gran poema para un amor real.
Mejor escribir el real poema de amor
mandando a la cresta y recortando las cabezas de todas sus fotos
mientras te tomas una aguita de paico dulce o un mate amargo
cantando con verdadero odio "cuando seas descolado mueble viejo"
o quizás Instrucciones para salvar el odio eternamente
patear a su perro que le da por salivarte
cuando nos topamos en las esquinas
al menos el perro es fiel, te reconoce siempre.
Insisto no es fácil ejercicio este, intentar plasmar un gran poema de amor.
La verdad, se puede, pero no debemos darles el gusto
que lean un gran poema de amor dedicado a ellos.

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