24 de noviembre de 2007

Luna mensajera













Bebo y ahogo la mesa con cigarros. Regreso de un café cortado, sola.Me cega un enorme luna dorada. ¡Ay! ¿cómo puede ser tan hermosa? Mataría esta luna que asoma valiente. Me sigue por el espejo retrovisor. Acelero para ver si la pierdo y nada, se cuela por el freno trasero.

Me entristece la maldita. Pienso un instante (como niña) y me digo para acallar la pena regalada: ¡es un gran queso!

Pero mi pena está hincada. Esta pena infinita que escondo cuando no hay luna.

Llego a casa y está sobre mí. Alumbra como nunca, clarea mis pasos

Ahora entiendo a los lobos, le aúllan porque desnuda sus penas de noches en celo, pero sin lobas.

Entro junto con un mensaje… quieren verme. Yo también quiero, devuelvo el mensaje y la luna en mi ventana se sonríe… ¿Ves que te alumbraba a ti, idiota?

Bebo vino, y me ahogo en besos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Uy! Yo también vi esa luna, no había visto una luna tan grande,tuve, por unos instantes, la sensación de estar sola en un mundo lejano y primitivo. Me alegro que te haya inspirado para escribir este relato.
Ramona.

Sylvia Rojas Pastene dijo...

Amiga, me alegra que la viera, ¿era hermosa cierto? A primitivos mundos... ¡que bien lo dijo! era eso..

Mire, podría haberla llamado, y sólo opté por las que no tienen costilla...bueno a la otra luna llena, vamos juntas por un café.
Abrazos mi estimada Ramona

Anónimo dijo...

viva la luna!!
profunda
e infinita


saludos amiga

M: