20 de julio de 2009

Mis cuentos









Si tuviera que decir como he lavado las babas de pánico, creerían que estoy alardeando. Pero no importa. Hace poco he descubierto que tengo una fachada inmensa llena de palafitos flotando sobre miedo. Paso tiempo a solas porque las compañías dan arcadas. Las buenas en todo caso, las que pasan espejos frente a narices y me voy siempre cabizbaja detenida por un tiempo.
Si bebiera al menos podría quizás tener alguna razón para fantasmas ocasionales.
Cuando se cree estar loco una piensa que es algún don para tener excusas de las tonteras que uno hace. Pero la verdad es que estar loco, en parte, es reconocer que algunas cosas son para otros y no necesariamente para uno. Que uno es más inteligente, que tiene el control de todo, pero la verdad es que el control de uno está en no saber muchas cosas y alardear de ello. En esto consiste la loquera, en contarse un cuento y creérselo. Entonces cuando estoy lista para reescribir el cuento asoma el miedo, porque ya sé que debo encontrar un final, no para los otros, ellos buscarán su propio final, uno tiene que reescribirlo, acortarlo o destruirlo.
Cuando más miedo tengo, la cabeza hace tanto ruido que ni siquiera los silencios falsos pueden acallar. Porque abundamos en silencios falsos o misticos, esos en que aparentamos filosofar. Es inevitable entonces mirar en cualquier fuente. Y abundan las fuentes, como abundan las voces y no hay nadie capaz de silenciarlas, porque tienen esa misión, ser escuchadas. Es por eso que no quiero tener más fachada de poeta. Escribo, si escribo, seguramente para mi misma. No es difícil reconocerlo, ya está bueno de negar tantas cosas, si además otros ya lo saben desde hace tiempo. Pero en vista que no saben el final, buscan alguno sugerido, porque tememos en varios planos como dice Benedetti, tememos a nuestros miedos y lo peor frente a aquellos que creemos habérselos contado bien. Pero no contábamos con que a veces el cuento es conocido y leído por verdaderos cuenteros o cuentistas del miedo.

4 comentarios:

Catalina dijo...

Sin palabras.
Porque no hay nada más que se pueda decir, ya lo dices todo... por lo menos para mi y sólo te queria decir esto.
Abrazos amiga

Carmen Conde Sedemiuqse dijo...

Eso de "dan arcadas" es cierto,pero seguramente que ellos sienten las mismas arcadas. Somos expertos en crear miedos y dramas. Yo "procuro" que no siempre lo consigo, es vivir éste momento, este ahora, este sóplo. Creo que es lo que me interesa lo que soy y hago en éste instante.
Besos y amor
je

Sylvia Rojas Pastene dijo...

Abrazos, esos si, sin miedo.
Estimada, estimada amiga.

Sylvia Rojas Pastene dijo...

Los unicos amigos que valen la pena son aquellos que nos dan arcadas, que nos convulsan, que nos aprietan el cuello, porque nos dejamos ver ante ellos tal como somos, quiero más amigos como esos. Los demàs hieden en silencios.
Saludos Sede