12 de agosto de 2008

Las primaveras de mi vida


























Las primaveras de mi vida cada vez demoran más
se enredan en espinos las madrugadas tibias.
Las primaveras yacen recostadas como larvas de miedo
pareciera que el capullo del árbol vecino recibe siempre la primera luz
que los tonos bailadores aparecen con más fuerza en el jardín ajeno.
Quizás el gigante egoísta se ha trepado en mi tapia
en las horas en que mi niña crece jugando fotolog.
Él no hace ruido pero insiste en bloquear la floresta
algunas aves intentan recostarse en nidos congelados
cantando la falsa melodía que despierta el hondo suspiro
que tengo albergado siempre como visita y jamás como huésped eterno.

Las primaveras de mi vida parece que han tomado feriado
se retardan en cristales, asomando en otras miradas
y mis fuentes no tardan en cerrar la noria del vacío.
Tengo tanto cardo de veranos pasado que sospecho que
ellos no dejan desenredar el canto de la madrugada tibia.
Primaveras de mi vida, acumuladas en ruegos y ortiga
por más que hurgue en el insondable caldero del universo
el paralelo que indica la curva del exacto tiempo
jamás se amiga con el centro del meridiano correcto
para indicar que el sol se acerca a mi ruegos.

Las primaveras de mi vida vuelan con ojos desviados
encandilando a los que riegan madrugadas tibias.
Los primeros perfumes asoman tiritando dudas en veredas
mientras cuelgan miradas sobre el árbol nevado de mi patio
les ayudo, con sonrisas, brevajes y placebos
para que las voces frías de las tardes se evaporen de mi puerta.
Espero sin pausa, que una ráfaga descontrolada,
suelte los pezones de sabia y la cópula germine en botones y aromas
colmando de perfume todas mis sonrisas.
Que todo sea lágrima fecunda y brote desnudo
para surcar el feraz suelo que aún guarda latencia invernal
esperando incesante las primaveras de mi vida.

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