3 de agosto de 2021

No hay soles brillantes esperando a todos después de la lluvia.

Ni sonrisitas de esperanzas, envueltas en frazadas ajenas de

poco uso.

Eso quieren hacernos creer los que tienen casa propia

y auto 4 x 4 frente a su puerta de servicio.

Ni es tan linda la cordillera alba, porque es sinónimo de tiritones nocturnos.

Los que trabajamos en escuelas frías, donde el viento,
parece que se arremolina dentro
sabemos lo que es un soplo tibio de respiro en las manos.
Preparamos un tecito caliente y nos preparamos a temblar de frío
mientras compìto con mis alumnos, a quien tiene la tos más pollenta
a cual le transpira más el pecho y se le parte la cabeza a tirones.
A quien le queda aún

agua en los calcetines

quien hace más

glu glu con sus zapatos

o quien durmió con más perrofrazadas.

Podríamos medir las ñatas, pero soy asquerosa

y abundo en papel confort en mi mesa.

Nos apretujamos contra la

ventana, para ver como

afuera el viento sigue haciendo de las suyas, maricón este viento y

poco justo.

Por qué no va a volar el techo

del Líder o del nuevo Jumbo que se

acaba de instalar

para adueñarse de nuestros bolsillos y debilidades.

No pienso

enseñarles

los puntos cardinales

ni los movimientos de la tierra, menos sobre los años bisiestos,

nada de eso le sirve al hambre, ni al frío.

Creo que le enseñaré una canción de protesta,

para que al menos sepan que las utopías tampoco alimentan, pero nos sostienen.

Cantamos y va a caer

y va caer, una gran lluvia

y va caer sobre las pozascasas

agüita para el maíz

para el arroz

para las papas.

Voy al almacén del frente y compro marraquetas con queso
tengo azúcar y té en mis tarritos
nos rejuntamos, para compartir calor, y resulta.
Inventamos sonrisas y jugamos al ludo, a los encajes
con bloques lógicos o a la ruleta del lápiz
marcamos dibujos con papel de copia en los vidrios de las ventanas.
Juego como ellos y peleo por mi turno.
Mientras desde la cocina de la escuela, comienzan a huir los aromas del almuerzo.
Algunos creen que los pobre no sonríen
vieran como sonríen al desayuno con dos galletas en las manos
y una leche espesa que si pudieran botar, lo harían.

Si hay otra dictadura en algún lugar del mundo
les pasaré el dato, que den un sorbo de esa leche de limosna
para hacernos cantar.
En la colación sonríen más, tirándose las cáscaras de naranjas
y repitiéndose hasta quedar tiesos
hay que aprovechar la abundancia pasajera, muchos no llegaron
les llovía sobre mojado.
La verdad... les llueve sobre mojado eternamente.

No hay comentarios.: