29 de noviembre de 2009



Disculpen que no escriba tanto como antes, tanta verborrea me tenía adicta.
Descubrí días atrás el secreto del mundo y, no puedo dejar que de una forma u otra se escape alguna pista. No puedo, según un decálogo tallado en piedras de ira, proferir sendas o alguna señal.
Debo permanecer más en silencio que parlante.
Descubrí, queriendo obviamente, el tamaño y el material del secreto. Me gustaría venderlo sin lugar a dudas, pero si emito una sola sílaba que les dirija, estaré condenada a volver a pasar por la misma ruta que me llevó a descubrirlo y no tiene ninguna gracia quedar repitiendo y tener que usar bolsón de colegial.
Pero creo que moriré en el intento, el secreto es demasiado grande y, yo que apenas puedo terminar una conversación (este déficit atencional me está dando más problemas que nunca) sobre todo si no es necesario contar las cosas con tantas palabras, ya entendí con la primera frase y estoy pensando en la respuesta y antes que pueda darla ya me acordé de otro tema, en fin el secreto no tiene que ver con esto, pero por ahí va.

3 comentarios:

Sergio Astorga dijo...

Busquemos el silencio.
Callemos.
Abrazo mudo.
Sergio Astorga

Sylvia Rojas Pastene dijo...

Callemos, callemos en la calle, para que calle la calle.
Abrazos es una palabra silente.

Nori dijo...

Nori

Esperad, callad solo callad, y meditad