
En las tardes heladas hay enormes aves
aves de plumas negras sobre techos sonoros de lluvia
no hay mucho que ver después del nubarrón tardecino
por la mañana barro rojizo maleable
y en el camino húmedo y resbaloso angostas señales
para aquellos que se han perdido
revistas mojadas, ventanas de naylon
hedor a hongo verde
largas tardes de lluvia hacen brotar harina
panes calientes chorreados de mantequilla
especie de galardón por aguantar truenos y relámpagos
los viejos llegan ebrios y mojados
pateando lo que pillan por delante
y después roncan largas horas fétidos de vino
se levantan con el látigo en la mano
a vomitar la vida completa.