Deja que la tierra se deleite entre tus huesos
acaricie los párpados colmando las cuencas
adormezca la piel y nutra el poro del suspiro
endulcen la boca manojos de remolacha
y las gusanos bajen encantados a manosear orgasmos
deja que el polvo vuelva al polvo
el corazón haga barro sangre
y a las pupilas nunca más las bese el sol
que el agua subterránea pase cantando entre las piedras
con dedos que nunca tienen frío o canto de frío
y en las orejas colmadas de tierra
se asienten todos los sonidos de la vida
la lengua sople la muela del juicio
sobre el reguero que alimenta campos de trigo
y la pelvis danzando
bajo la profunda tierra generosa que olvida
esté con dolores de parto y terrones
y escribas con saliva sobre el lodo
todas las palabras que esa boca de suspiro no pudo
o el tiempo colgó en campanas de sordos
deja que la tierra llame para dormir
y desentrañe el canto de sirenas que nadie traduce
hasta que se encuentra bajo el musgo de flores
que renacen cada primavera colmando los minuteros
para atrapar segundos de sonrisas
o marcando el reloj de horas extras
porque han tocado el último clarín
y has colgado en ventanas el letrero
"Regreso a la tierra que todo lo cubre de humedad y lombriz"
y estarás en algún anzuelo
esperando la boca más grande de pez de laguna
o sencillamente de charco
según te haya tocado en la repartición de turno
o en la lista de almanaque
baja a la tierra moldeada de raíces
baja y acomoda el sueño
que aún queda espacio para untar huesos
asir arados bajo surcos de vida
estar en algún bocado de liebre
o en pétalos de siemprevivas
y pletórica de fragancias abrazadas
comprenderás al picaflor que tiembla
entre néctar y voz de ninfa
batiendo la vida y marcando el son de regreso dormido.