30 de agosto de 2008

Mirada de estación






















Hace rato que mira insistentemente
intento mirar hacia otro lado
pero su vista continua fija, quemante
me gustaría estar más cerca y ver el fondo de sus ojos
persiste quieto como un cristal
no deja de mirar, no puede quitar sus ojos de mí
quizás es la primavera, que ronda en suspiros y miradas
pero es demasiado obvio, me ruborizo
me hace tararear " no puedo quitar mis ojos de ti"
la gente pasa y en esos momentos,
en que se interponen le miro
disimulo mirando alrededor y paseo mis ojos
de pronto se acerca una mujer, me indigno
me coquetea a mí, esperando a su dama
infiel, lacho de mierda, frívolo, coqueto eterno
de pronto ella comienza acariciarlo
tomándole del cuello le desviste lentamente
¿cómo?¿ delante de tanta gente?
lo inclina hacia atrás, logra recostarle
cierra la cortina y cuelga el letrero.
"Cambio de temporada"

15 de agosto de 2008

Hoja en blanco




















Aquí estoy frente a esta hoja blanca en blanco
blanca de arriba abajo
blanca, blanca, blanca de costado a costado
no quería mancharla con palabrerías
esperando que la noche de alguna manera me dejara pensar en algo
y nada, lleva cuatro horas en blanco inmaculado
y la miro, la miro, la miro
y ese algo, algo, algo, no asoma
pero no me apuro, no me acelero
algo, algo, algo vendrá
no es cotidiano que nada venga
pero me he dedicado a observar mi hoja
que de seguro es más mía cuando está en blanco, blanco, blanco
a la espera de algo, algo, algo
como el paciente pescador esperando que algo pique, pique, pique
es tarde, tarde, tarde y nada, nada, nada aparece
quizás las palabras me huyen como manadas de la lluvia
porque ha llovido incesantemente todo el día
y el viento no se ha quedado atrás de tanto invierno sostenido
estas últimas lluvias de agosto me han dejado atrapada con mi hoja blanca
desierta de voces y palabras
y no puedo irme esta noche abandonando el cuerpo sobre mi cama
sin antes haber depositado alguna palabra en mi extraña hoja blanca
tan blanca, superlativamente blanca
blanca y vacía como el corazón de la noche
sin luz, sin creación, sin prisma, sin palabras.
Quizás no tengo blanco que apuntar en mi hoja blanca
o quizás yo sea el blanco de mi blanca hoja en blanco.

14 de agosto de 2008

Boca arriba












Pensaba mientras duermes...
los muertos van siempre boca arriba y pies abajo
sería interesante ver algún día las piernas del difunto
o su espalda corvada de edades
el peso de la vida marcada en sus lomos.
Palpar traiciones clavadas a nivel de pleuras
las culpas azucaradas en la humedad del cuello.
Casi todos llevan ese día los zapatos nuevos
pero sería bueno que usaran el más gastado
herido con las piedras del camino pisado
con todas las mediasuelas que alcanzó la vida.
Sobre el reflejo del vidrio oliendo a cirio
buscamos el rostro que ya no mira
esos ojos que no disfrazan verdades
y el cabello izando cordilleras.
Para qué fijar la mirada en la boca que no besa
la nariz que no aspira flores de celofán marchitas
Insisto es mejor estar pies arriba despidiéndonos
y no como llegamos, cabeza arriba
expulsados por amor de madre o cesárea programada.

12 de agosto de 2008

Las primaveras de mi vida


























Las primaveras de mi vida cada vez demoran más
se enredan en espinos las madrugadas tibias.
Las primaveras yacen recostadas como larvas de miedo
pareciera que el capullo del árbol vecino recibe siempre la primera luz
que los tonos bailadores aparecen con más fuerza en el jardín ajeno.
Quizás el gigante egoísta se ha trepado en mi tapia
en las horas en que mi niña crece jugando fotolog.
Él no hace ruido pero insiste en bloquear la floresta
algunas aves intentan recostarse en nidos congelados
cantando la falsa melodía que despierta el hondo suspiro
que tengo albergado siempre como visita y jamás como huésped eterno.

Las primaveras de mi vida parece que han tomado feriado
se retardan en cristales, asomando en otras miradas
y mis fuentes no tardan en cerrar la noria del vacío.
Tengo tanto cardo de veranos pasado que sospecho que
ellos no dejan desenredar el canto de la madrugada tibia.
Primaveras de mi vida, acumuladas en ruegos y ortiga
por más que hurgue en el insondable caldero del universo
el paralelo que indica la curva del exacto tiempo
jamás se amiga con el centro del meridiano correcto
para indicar que el sol se acerca a mi ruegos.

Las primaveras de mi vida vuelan con ojos desviados
encandilando a los que riegan madrugadas tibias.
Los primeros perfumes asoman tiritando dudas en veredas
mientras cuelgan miradas sobre el árbol nevado de mi patio
les ayudo, con sonrisas, brevajes y placebos
para que las voces frías de las tardes se evaporen de mi puerta.
Espero sin pausa, que una ráfaga descontrolada,
suelte los pezones de sabia y la cópula germine en botones y aromas
colmando de perfume todas mis sonrisas.
Que todo sea lágrima fecunda y brote desnudo
para surcar el feraz suelo que aún guarda latencia invernal
esperando incesante las primaveras de mi vida.

4 de agosto de 2008

Sobre el tiempo


















Ella decía mi caballito va ganando
levantaba los pies y hacia gestos con los brazos
y yo pensaba, no puede ser...
ella insistía diciendo, voy ganando, voy ganando
pero cómo, si ambas nos subimos al mismo tiempo
y al mismo tiempo cabalgamos
es que ella no sabía que era el carrusel de la vida
que gira al mismo tiempo y al no mismo tiempo
y va subiendo al mismo ritmo y no al mismo ritmo
y tocando el techo al mismo instante y al no mismo instante
de tanto competir, subir y bajar se acabó el tiempo
y el boleto fue a dar bajo las patas de los caballos al mismo tiempo
que se acabó el tiempo de girar cabalgando la vida.

1 de agosto de 2008

Pariendo

















A veces en las noches, las ventanas abiertas de mi casa
se inmolan unas con otras para impedir que se escapen versos.
Todas ellas tienen de cotidiano un hondo crujido desesperado.
Me he levantado varias veces a cerrarlas
pero el duro pestillo me clava en cada dedo una daga de ironía.
Miro las estrellas desde Babilonia hasta el cerro
todas ellas dicen que estoy loca escribiendo anochecida
yo prefiero estar de día, y en la calle
esperando que en alguna esquina me abrace una extraña angustia
es señal segura que estoy por parir un verso.
Cuando esa angustia comienza arrojarme fuera de algún café
comienzan las contracciones
no en el alma, ni en el espiritu ( que no existen) como creen algunos
en mis ojos, en la vueltas de oídos, a nivel del pelo
mis manos crispadas buscan algo, quiero llegar a casa
mi cerebro se duele y comienza el trabajo de parto
a esa altura es mejor no hablarme de algo serio,
ya es seguro que no escucho a nadie, aunque asienta varias veces.

Cruzo temblando puertas celosas que dejan pasar el aire creativo.
Pienso en amigos poetas, tantos buenos poetas
para no imitarles, para no caer en el afán de recordar sus bellos poemas
pero no me he dado cuenta y se cuelan aromas de mis vecinos que no están ni ahí con la poesía entonces me levanto y cierro puertas traseras.
He perdido la cuenta de cuantas llaves he reproducido
para que la cerradura llegue a conocer mis pasos
y se abra al escuchar que estoy cerca llegando con una demencial carga.
Pocos saben que escribo tirando colillas por la ventana en un balde gigante
prometiendo que al llenarse dejaré de fumar
o que sin pinzas para las cejas no me brota nada.

Estoy cansada de ver ojos de risa al decir que escribí otro poema
creen que no sé que no creen en la poesía
creen en la libreta de cuentas del almacén de la esquina
porque les recita versos de fin de mes
de kilos de papas o atados de apio, y les entiendo.
Creo que a ellos no les hablan la puertas ni las ventanas
pero a mí me hacen guiños hasta las escaleras que no he pensado pisar
los corchos o las botellas de ají, las miradas de transeúntes distraídos
me hablan de seguro, las cajas y los paraguas
las pozas y los vendedores financieros.
Hay tanta lluvia creativa mal gastada en mis calles
tanto cine antiguo y cafés ardientes que suelen gritarme desde la vidriera
las cajas de cigarrillos en general me hacen feliz, sobre todo si están llenas
y algunos aromas suelen desmayar por un instante poesía.

Pero no puedo ser poética con mi dentista, él sabe cuantos dientes son míos
y menos con mi mecánico que enmierdeo cuando me engaña.
A veces me gusta olvidar que soy de esta ciudad e invento ojos
otros ojos que miran de una manera nueva y me resulta
espero ver cosas que otros no ven o no quieren ver, y no hay tanto que ver
pero hay tanto que inventar, descubrir, dilucidar y alucinar.
Si estoy en algún paradero finjo ser quien no soy y pregunto a la gente, como puedo llegar a la plaza o al mercado y me tratan mejor, pensando que soy turista.
Casi siempre mis versos son sietemesinos, algo les falta, algo que no he logrado
formar, quizás los ojos, o la boca mullida, o una espalda encorvada de envidia.
Después que he parido, me doy cuenta que estoy copulando otra vez con un nuevo fantasma y quedaré inevitablemente en cinta
por no haber tomado la píldora poética del día después.